Localizada al suroeste de Bolivia y en medio de un desierto remoto, se encuentra uno de los rincones más mágico de este país. Se trata de una laguna de agua salada altoandina enmarcada por un paisaje de ensueño, compuesto por colores tierra, en el que resaltan los tonos verde esmeralda de sus aguas.
La Laguna hace parte de la Reserva Eduardo Abaroa, en el estado de Potosí, muy cerca de la frontera con Chile, en plena cordillera de los Andes, dentro de la que se ubican otros rincones espectaculares, que se caracterizan por una gran cantidad de lagunas coloridas.
La Laguna Verde ocupa un área de poco más de 5 km², lo que permite a los visitantes poder recorrer su costa en un mismo día. El tono esmerilado de sus aguas se debe a la composición mineral de las mismas, principalmente formada por plomo, arsénico, magnesio y carbonato de calcio. Debido a esta particular composición, la laguna es profundamente tóxica, por lo que a diferencia de otros lugares de la zona no hay presencia de flamencos andinos, muy comunes en los lagos cercanos.
Alrededor del lugar se puede subir a pequeños cerros desde donde se obtienen espectaculares panorámicas de la zona, como la cuenca del Salar de Atacama, el cerro Kimal, e incluso el desierto de Atacama o la cordillera de Domeyko.
El lugar es bastante inhóspito y de unas condiciones climáticas muy extremas, alcanzando temperaturas muy altas en el día, mientras que en la noche bajan de los cero grados.
Todas estas características particulares convierten a este lugar en un referente de los Andes Sudamericanos, que maravilla a propios y visitantes por ser uno de los pocos lagos de aguas verdes que hay en el planeta lleno de contrastes naturales plagados de lagos de agua salada y tierras áridas.
Texto e imágenes: Carlos Lince ©