Figueras es una ciudad pequeña, capital del Alto Ampurdán, en la Comarca de Girona. Es además paso obligado para quienes viajabamos en tren hacia París desde Madrid, o en la auto-ruta desde Barcelona a Portbou. Al noreste de Figueras, se encuentra el espacio natural protegido del Cabo de Creus. Sobre la Costa Brava, se encuentra la bahía de Cadaqués, que acoge al pueblo natal de Salvador Dalí i Domènech, Port Lligat, paisaje inspirador escenario de la obra del pintor catalán.
Port Alguer. Óleo sobre tela. 100.5 x 100.5 cm. Fecha 1923. Colección Fundación Gala-Salvador Dalí, Figures.
Dalí seleccionó el escenario para su obra en la región de su infancia, y fijó en su memoria el paisaje de acantilados, aguas misteriosas y arenas infinitas como base para sus posteriores experimentos visuales. Él ubicó personajes sobre ese escenario consolidado paisaje costero de Cataluña, montañas, calas y bahías profundas. Esta fórmula le permitió explorar los campos de la visibilidad, paradojas y contradicciones con las que dio forma a su lenguaje plástico. Tomó el paisaje de su entorno como elemento visual preestablecido, lo que le permitió elaborar y estudiar su proceso artístico sobre un escenario, diremos casi que inmóvil. Desde niño, en los ejercicios de observación del paisaje, en sus dibujos y pinturas se anticipa su propuesta estética, el lenguaje visual que encontraremos dentro del surrealismo, y en posteriores obras durante su vida en los Estados Unidos. Dalí es el pintor catalán que se permite alterar nuestras percepciones sobre la geografía que recorremos. Altera con sus personajes sobre el paisaje nuestra orientación espacial, parece que juega a las resonancias con nuestros sentidos. Las tierras ocres de playas inalcanzables, los amplios cielos suspendidos de azul ultramar, la baja mar cerúlea, y los acantilados donde se detiene el silencio, corresponden a la experiencia que vivimos durante nuestra visita al Ampurdán, en la región del Cabo de Creus. Dalí el infatigable dibujante, el hacedor de paradojas visuales, comenzó por pintar paisajes sonoros. Escuchamos una pintura al verla.
Paisaje. Óleo sobre cartón. 14 x 9 cm. Fecha 1910-1914 .Salvador Dalí Museum Inc. St. Petersburg , Florida.
Cadaqués. Vista desde la casa de Es Llaner. Öleo sobre madera. 10 x 20 cm. Fecha 1915. Colección privada, Cadaqués.
El título “Vista desde la casa” que aparece en varias de sus obras de 1915, nos involucra como espectadores con el lugar donde habitamos. Desde nuestra casa, encontramos el lugar desde donde nos permitimos contemplar el paisaje, de la ciudad, del pueblo o de la comarca en que crecimos, el paisaje es una creación que parte de la observación atenta del entorno. La casa materna se convierte en el punto de vista para crear el paisaje. En la obra de Salvador Dalí este punto de partida para la creación de su obra será la casa de sus padres en Es Llaner.
La colección de dibujos guardados durante muchos años en el olvido, la descubrimos ahora, como los balbuceos de la construcción del lenguaje pictórico en su obra.
Casa familiar de Es Llaner. Lápiz y tinta sobre papel. 14.5 x 21,5 cm. Fecha 1918. Colección Teatro-Museo Dalí.
Ana María, la hermana de Dalí, ha descrito como elaboró este dibujo durante una fría tarde en que no pudieron salir a jugar, “Mientras él lo dibujaba y hacía comentarios, yo contemplaba sorprendida como lo que habíamos vivido durante el verano anterior iba apareciendo [... ] Todo es exacto, menos el tejado de la casa que no acababa en punta por la parte delantera, sino en los laterales”[1]. Durante estos primeros años de pinturas y dibujos del joven creador, el paisaje de la región de Ampurdán, en catalán Empordá, será explorado a color. La calidad de su trazo toma consistencia delimitando volúmenes por contraste entre estos.
La histórica comarca de Gerona, delimitada al norte con la cordillera de los Pirineos, se encuentra con el mar en el Cabo de Creus. Ella ofreció a Dalí el escenario perfecto para trabajar en sus contradicciones, desde la región en que él vivió se dio origen al método paranoicocrítico que propuso en su reflexión sobre la imagen.
Paisatge de l´Empordà. Óleo sobre cartón. 19.5 x 31 cm., fecha 1916. Colección del artista.
Parafraseando a Lázaro Docio, en el libro El secreto creador de Salvador Dalí[1], el paisaje sería para Dalí el soporte de la idea, el marco necesario, la estructura que mantendrá las tensiones entre los impulsos de creación y de destrucción que conviven en él como en todo pintor.
Durante su periodo formativo el paisaje de Port Lligat, es acorde a la formación de su experiencia técnica. A sus 22 años Dalí ha regresado de Paris. Picasso ha influido en su color, en los volúmenes que ahora trabaja. Varias diferencias se hacen notorias al comparar su obra primera con la que realiza en este periodo. Pero el paisaje de montaña no cambió, el pintor se aferro a este utilizándolo como el escenario el que acogió al personaje femenino que nos da la espalada, concentrado en sus hilos, entretejiendo encaje de bolillos, en la obra Muchacha de Figueras. En esta pintura el paisaje ha sido dibujado con precisión, puede decirse que nos sirvió como descriptor de un lugar que existe en el horizonte de Figueras durante nuestro recorrido. Dalí hace que sus paisajes repercutan, en sus pinturas los colores parecen emitir sonidos. Para ese tiempo, 1926, ya ha empezado a jugar con nuestra percepción del espacio, la geografía de la ciudad es el tablero sobre el que nos invita a jugar. La resonancia como concordancia de vibraciones entre un objeto que recibe unas ondas de otro, puede ser la respuesta ante las preguntas que nos embargaron al recorrer los museos que conservan sus propuestas artísticas. El Alto Ampurdán, Port Lligat y Figueras fueron el escenario para Dalí. Él agregó a estos paisajes los personajes femeninos, que en su obra con el paisaje antagonistas perpetuos.
Muchacha de figueres, Dalí, oil on canvas, 21 x 21.5 cm (8 1/4 x 8 3/8 in.) Fecha. 1926. Colección Teatro-
Bibliografía
[1] Ana María Dalí, Salvador Dalí por su hermana. Parsifal Barcelona, 2001, p.29.
[2] Jesús Lazaro Docio, El secreto creador de Salvador Dalí, el método paranoico-crítico (1927-1937). Entelequia, ensayo. Madrid, 2010, pp 164-165.
Texto: Maria Cecilia Galindo ©