Frecuentemente vemos en las redes sociales postales espectaculares del espacio más representativo del Jardín Etnobotánico de Oaxaca, una muralla conformada por imponentes cactus de diversas alturas, que se reflejan sobre un espejo de agua rectangular. Pero este mágico lugar es mucho más que esto, el Jardín Etnobotánico de Oaxaca es un espacio destinado a la conservación, la enseñanza de la biodiversidad y un ejemplo de sustentabilidad energética, hídrica y económica; el cual se erige entre árboles sagrados, flora en peligro de extinción, piezas de arte y arquitectura. Una muestra viva de cientos de especies de plantas, todas ellas originarias de esta región del país, tanto de climas húmedos como áridos, de las zonas tropicales bajas y de las áreas montañosas frías y templadas.
Un lugar único en el mundo en el que se entreteje naturaleza y cultura, siendo precisamente producto de esta relación de donde surge su nombre. Su denominación, compuesta por etno y botánico, obedece a que desde su creación se determinó que su diseño paisajístico y la flora que lo integraría, tenía que rescatar el legado natural y el conocimiento ancestral de las comunidades indígenas de esta región de México. Oaxaca no sólo es la región donde se hablan más lenguas indígenas y donde viven más grupos étnicos, sino que también es el Estado donde existen más especies de animales y plantas.
El Jardín forma parte del Centro Cultural de Santo Domingo, un antiguo convento de frailes dominicos construido entre los siglos XVI y XVII, y que sirvió como cuartel militar desde mediados del siglo XIX hasta 1994. Tras una iniciativa del pintor Francisco Toledo y Luis Zárate en conjunto con la Asociación Civil Pro Oaxaca, nació el proyecto de rescatar el antiguo edificio y crear en torno a él, un jardín botánico que representara y preservará la diversidad vegetal de todo el estado.
El terreno donde se emplaza hace parte de la antigua huerta del convento, en donde aún se puede apreciar canales de riego, drenajes, estanques, hornos y lavaderos que fueron usados en el pasado. Para su creación se propuso "reglas sencillas", como por ejemplo que no se construyera nada que sobresaliera del piso, que el edificio dominico estuviera relacionado con el jardín, y que se recuperaran los niveles y visuales históricas. (1) Las formas, colores y texturas de las plantas que crecen en el Jardín contrastan armónicamente con la arquitectura del convento de Santo Domingo, construido con cantera verde. El Jardín establece un diálogo con el edificio, con su frontalidad y dureza, sus patios, vacíos, ventanas y balcones, a través de su continuidad, diversidad y yuxtaposición de conceptos, que se reflejan en un ordenamiento geométrico que junto a la vegetación propuesta, conforman una especie de laberintos visuales que ordenan el espacio, delimitan espacialidades y enfocan la mirada de los visitantes. (2)
Cada planta va hilando una historia con los tiempos y lugares en los que ha estado, generando un significado nuevo tanto para las demás plantas con las que convive como para sí misma. Las asociaciones vegetales se sustentan en criterios ecológicos, las cuales al crear unidades de paisaje bien definidas, aumentando la posibilidad de subsistencia de las especies trasplantadas. Se incorporaron elementos de la jardinería tradicional, tales como enredaderas y cercos vivos en algunos muros, que enriquecen el espacio y hacen alusión a la historia del lugar. Los caminos y pequeñas plazas, están revestidas con piedra de colores de la Mixteca, a su vez, el trazo de los andadores evocan los diseños tradicionales en los textiles indígenas. (3)
El agua es un elemento primordial en el jardín, un sistema de recolección con canales corren por todo el lugar, su función no es solamente estética, sino que sirve para que el agua se mantenga en movimiento hasta desembocar en una cisterna con capacidad para 1.3 millones de litros, suficientes para satisfacer durante seis meses las actividades de riego y mantenimiento de instalaciones. El agua que fluye a lo largo de un canal guía a los visitantes por todo el lugar. Aunque no se trata de un Jardín escultórico, el espacio incluye también obras en madera y piedra de los artistas Francisco Toledo, Jorge Yázpik, Jorge Dubon y José Villalobos. (4)
Si bien cada rincón del jardín es único, el espacio más característico y preferido por los visitantes, es un estanque rectangular que refleja una muralla de cactus órgano (Pachycereus marginatus) de diversas alturas, los cuales se erigen hacia el cielo y engalanan el lugar con sus tonalidades de verde.
En sus 2,32 hay 7,219 ejemplares colectados, de los cuales se cuentan 950 especies diferentes (10% de la flora del Estado de Oaxaca), las cuales representan 118 familias botánicas, 472 géneros y más de 7,500 plantas individuales. Entre las plantas más representativas están las cactáceas, hongos, plantas medicinales, magueyes, orquídeas y bromelias, entre muchas otras. (5)
Una de las secciones del Jardín está dedicada a las especies que crecen en Guilá Naquitz, cueva cerca de Mitla donde los arqueólogos encontraron restos de plantas usadas por los antiguos cazadores y recolectores. Entre ellas hallaron semillas de calabaza cultivadas hace diez mil años, los indicios más antiguos de agricultura conocidos hasta ahora en toda América. En la misma cueva se encontraron los restos más viejos de maíz reportados hasta la fecha, con cerca de siete mil años de edad. (6)
Un hermoso invernadero, diseñado por Luis Zárate y Francisco González Pulido, complementa el Jardín. La obra reúne lo artístico con la sustentabilidad al utilizar la geotermia para lograr el enfriamiento y permitir así la plantación y crecimiento de especies de bosques fríos, en una ciudad que en verano alcanza temperaturas superiores a los 35 grados Celsius. Adicionalmente la estructura sirve como mirador, desde donde es posible observar las copas de los árboles y el complejo arquitectónico de Santo Domingo. Además de la sustentabilidad hídrica y geotérmica, el Jardín cuenta con una serie de paneles solares que permiten iluminar el espacio, así como el uso de equipos de cómputo.
Para ayudar a la conservación de la vegetación endémica, el jardín tiene diversas iniciativas como por ejemplo talleres, herbario, banco de semillas, intercambios con otros jardines botánicos y donaciones de plantas a instituciones educativas, parques urbanos y espacios públicos.
Como parte de la estrategia el gobierno de Oaxaca decretó que los recursos obtenidos por la realización de eventos cívicos, sociales y visitas guiadas, fueran ingresados directamente a este organismo, con lo que se ha logrado obtener sustentabilidad económica para continuar con la colecta de plantas y avanzar con proyectos.
En el 2017 el Consejo Canadiense de Jardines lo ubicó en el tercer lugar del Top 10 North American Gardens Worth Traveling For, convirtiendose en uno de los 10 jardines en Norte América que vale la pena visitar.
Texto: Jacinta Hernandez
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