Por estos días debido a la crisis que atraviesa la humanidad, hemos escuchado reiteradamente sobre la importancia del distanciamiento social, para no seguir propagando el virus. Una forma de cuidarnos entre todos que pareciera novedosa, pero que la naturaleza con su sabiduría ha aplicado desde siempre.
Probablemente alguna vez mientras caminabas por un bosque o atravesabas una zona con muchos árboles, miraste hacia arriba descubriendo que tanto las hojas como las ramas de los árboles no se tocan, dejando una especie de grietas similares a los canales fluviales, por donde entra la luz.
Expertos de diversas disciplinas desde principios del siglo XX se han cuestionado sobre cuáles son las causas de este particular fenómeno denominado “timidez entre árboles”, ya que parecieran guardar la distancia, evitando el contacto con sus vecinos.
Por alguna razón en ciertas especies arbóreas las copas crecen sin nunca tocarse. Hasta el momento se sabe que este fenómeno ocurre entre el alerce del Japón, los eucaliptos, y la conífera Pícea de Sitka, entre otras especies; tanto entre sí como en combinación con otros. Su nombre proviene del inglés 'crown shyness', vautosado, bautizado así por el biólogo australiano Maxwell Ralph Jacobs, quien fue el primero en estudiar el particular fenómeno. Jacobs analizó la timidez en el eucalipto pensando que se debía a la abrasión producida entre las hojas cuando se rozan.
Por su parte el botánico galo Francis Hallé, propuso que el fenómeno se debía a causas genéticas. Hallé aseguraba que la forma de la copa de los arboles nunca es aleatoria, sino que cada árbol tiene su programa específico de desarrollo controlado por los genes.
El fenómeno se deberia a que los árboles emiten a través de las hojas unas sustancias que sirven para coordinar el crecimiento con otros ejemplares. Las sustancias serían las responsables de fenómenos como que las semillas nazcan a la vez en todos los árboles, así como de la timidez arbórea. Teoría que podría establecer que los árboles se comunican entre sí y se coordinan.
Algunos estudios sostienen que los brotes son sensibles a los niveles de luz y dejaban de crecer cuando se acercaban a ramas cercanas. Algo que se daría de manera consiente por parte de las especies, como una forma de cooperación en la que se ayudan entre sí, permitiendo el paso de luz. También se sabe que gracias a los fotoreceptores, los árboles tratan en lo posible de evitar a sus vecinos, para obtener la mayor cantidad de sol posible.
Adicionalmente se ha dicho que la timidez entre árboles se genera de manera natural, para evitar la propagación de ciertas especies de insectos, nocivas para los árboles. Los árboles tímidos tenderían a tener menos probabilidades de estar contaminados a pesar de una distribución densa en el espacio donde se encuentran. De ser cierta esta teoría, se estaría demostrando que en ocasiones resulta más útil la colaboración entre individuos y no tanto la ley del más fuerte.
Si bien no se sabe con certeza cual es el origen de la “timidez entre árboles” lo que parece demostrarnos la naturaleza es que se logran mejores resultados mediante la cooperación colectiva y que el distanciamiento social es una buena alternativa para evitar la propagación de plagas, convirtiéndose un maravilloso ejemplo de equilibrio y sabiduría natural.
Texto Jorge Martines